Finalizado el mes más corto del año, el mes que celebra el día de los enamorados, San Valentín. Es un día que celebra el amor y la afectividad entre cónyuges, parejas, amigos y en general personas con las que exista un nexo de cariño.

Según el país se celebra con tintes más o menos románticos. En España, mi lugar de origen y residencia tiene un aspecto más de celebración con la pareja. Si bien, es cierto que entre amigos nos hemos felicitado el día y yo misma, algún año me he hecho algún autorregalo, esos son siempre los mejores.

Bien, no es que quiera dedicar el blog a hablar sobre las tradiciones y las distintas opciones para celebrar San Valentín pero si quiero utilizar esta fecha tan señalada para hablar sobre el amor, más concretamente sobre compasión y autocompasión.

La RAE define la compasión como sentimiento de pena, de ternura y de identificación ante los males de alguien. En Occidente hablar de pena, da mal rollo y lo que provoca, es más bien rechazo. Ni que decir tiene si hablamos de autocompasión, sería algo así como sentir pena de uno mismo…

Más bien, podemos decir que la compasión es tomar conciencia del sufrimiento del otro y el nacimiento del anhelo de cuidarlo. No solo está incluyendo la empatía, sino también la intención de aliviar o cesar el sufrimiento del otro. Por eso, aquí es donde la gestión emocional toma el papel protagonista.

En el caso de uno mismo, si practicamos la autocompasión, ante experiencias que a todos nos suceden en el día a día y a lo largo de la vida, las implicaciones serán las mismas en cuanto a reducción del sufrimiento vivido en primera persona pero desde una actitud de aceptación.

Por tanto, es importante la identificación de emociones para saber si hay sufrimiento. No podemos ser compasivos si no hay sufrimiento. Y éste, muchas veces queda disfrazado por situaciones como no sentirse suficiente, situaciones desagradables y dolorosas de la vida o traumas del pasado.

Mindfulness nos permite ser conscientes del sufrimiento, de si hay amabilidad hacia nosotros, tomando aquí especial importancia el diálogo interno, cómo nos hablamos, qué nos decimos, el tono que utilizamos… y un concepto que cobra especial peso, el sentido de la humanidad compartida, una idea que en tiempos de pandemia ha cobrado especial importancia. Lo que viene a decir es que todos los seres experimentamos sufrimiento, no somos únicos así que mejor compartir que fomentar el aislamiento individual.

Cuidarnos es una necesidad. No es egoísmo, es autocuidado. No podemos cuidar a los demás si no nos cuidamos a nosotros mismos.

Voy a compartir contigo algunos de los beneficios que tiene, desde el punto de vista de la evidencia científica, la práctica de la compasión y autocompasión sobre las personas que lo entrenan de forma recurrente y lo llevan a cabo en su día a día:

  • Incremento de la resiliencia. Tras un par de años de pandemia, cobra especial importancia tener desarrollada la capacidad de reponerse a la adversidad y la dificultad.
  • Reducción de los estados mentales negativos como la ansiedad, el estrés o la vergüenza.
  • Aumento de los estados mentales positivos como el reconocimiento de los estados de felicidad y el optimismo.

En muchas ocasiones no queremos aceptar una situación o una experiencia y tratamos de cambiarla o generarnos una historia o película en nuestra cabeza para poder continuar ahí, tratando de sufrir lo menos posible. Es humano, quizá podría asegurar que todos lo hemos hecho en alguna ocasión, ponernos una venda. Pero, en mi caso, la venda, se cae. Cada vez me trabajo más la aceptación, no es fácil en alguna situaciones y tampoco indoloro. A nadie nos gusta sufrir, no somos masoquistas, aunque algunas veces lo parezca.

Mindfulness nos permite identificar el sufrimiento en el momento presente.  Con su práctica, no tratas de luchar contra el dolor, sino lo aceptas, te cuidas en la experiencia sin evitar lo que en ese momento exista.

Ser consciente del diálogo interno es otra forma de cuidarse. Le dirías a un amigo o a un ser querido algunas de las cosas que te dices a ti mismo?

Comenzar a quererse primero para poder querer bien a los demás. Ojalá, Cupido, reparta muchas flechas de amor pero, eso sí, sanas.  Incluso empezando por clavarnos la nuestra a nosotros mismos para enamorarnos de todas nuestras luces y sombras. Hasta que no aceptemos todo lo que hay en nosotros, es difícil poder salir a enamorarse de otras personas porque la exigencia va a estar en medio, pidiendo de manera inconsciente que la otra persona enmiende esa parte de ti que no te guste. 

Quiérete, acéptate y conócete. La meditación es una herramienta que me ayuda cada día en este proceso autocompasivo.

Comenzaba hablando de San Valentín. Mi opinión sobre ese día es en parte compartida por lo que muchas personas dicen, y, es que, sí, es un día comercial, y sí, creo que el amor, el interés y la ilusión hay que nutrirlos y demostrarlos los 365 días al año, al igual que los detalles y demás gestos hacia la otra parte. Todo suma y personalmente los valoro y agradezco mucho. No solo de mi pareja, sino también de mis amigos y también de los que son de mi para mí. Cada avance y cada darme cuenta es un tesoro. Aunque reconozco que también me gusta hacer algo especial ese día.

Un detalle importante es aplicar compasión si hay sufrimiento. Las flores son bonitas y a mí me encantan, pero la compasión y la autocompasión son un jardín entero para verlo y saborearlo cada día. Cuando alguien, ya sea tu pareja o un ser querido, está contigo cuando lo necesitas, no se paga con dinero.

La autocompasión puede comenzar por regalarte un desayuno dulce el día de San Valentín como hice yo este año, tal cual refleja la foto. Este año, a lo largo de febrero he tenido que darme una dosis especial de autocuidado y no pasa nada. Reconocerlo y permitírtelo es parte de todo este proceso.

Vive con consciencia. Vive con Bienestar.

Si te ha parecido interesante o quieres comentar algo, te leo.

FOTO DE CUPIDO