Sin duda puedo decir que agradecer es un arte y está en la mano de todos poder llegar a practicarlo. Desde ahí se abre un mundo de posibilidades para poder entender la vida con un punto de vista más positivo y porque no, más fácil, menos complicado, más objetivo y eso se va a traducir en menor ansiedad,  mayor empatía, más serenidad, en definitiva, en presencia.

Soy consciente que el día a día nos come y que hay algunas personas que apenas sobreviven entre las obligaciones laborales y personales. Las prisas por llegar a todo dificultan parar a darnos cuenta de lo que tenemos y de lo que queremos realmente. Nos dejamos llevar en el piloto automático y eso nos desconecta de nosotros mismos.

Hace unos años, trabajaba en un puesto de cara al público, cuando entró un cliente, le di los buenos días y le pregunté por cortesía qué tal estaba. Él me dijo que feliz y agradecido porque se había levantado aquella mañana y seguía respirando. En ese momento a mí me pareció impactante, y, con mi nivel de consciencia que en ese momento tenía, le contesté que obviamente si bajaba el nivel a ese punto, efectivamente todos debíamos de estar contentos. Esa persona tenía rastros en su físico de haber pasado por alguna circunstancia vital dura, quizá los estragos de la droga, el alcohol o algo similar.

Quizá no haga falta llegar a hilar tan fino, pero realmente después de lo que pasa cada día en el universo, y no solo en el tercer mundo, sino también en el primer mundo, creo que todos deberíamos parar unos instantes a agradecer. Esto nada tiene que ver con las creencias religiosas de cada uno de nosotros ni tampoco con si meditas o no. Hay personas que dan las gracias a su Dios, se llame de una forma o de otra, por las cosas que tienen o las personas que la rodean.  Me parece muy respetable, pero no es a eso a lo que me refiero.

Me refiero a situaciones que suceden en nuestro día a día y que son mucho más banales, como llenar el carrito de la compra de lo que quieres y no de lo que puedes, poder realizar deporte porque tu cuerpo te lo permite, poder descolgar el teléfono y llamar a tus seres queridos sabiendo que te van a coger el teléfono, poder compartir plato y conversación con alguien a quien aprecies, tener comida cada día…y no es que quiera caer en populismo pero es que realmente nos damos cuenta de lo que hemos tenido cuando lo hemos perdido. Por eso, cada día debemos de agradecer lo que tenemos porque no sabemos hasta cuando vamos a poder disfrutarlo.

Por mi parte, trato de agradecer diariamente tres cosas que me hayan pasado en el día cuando me acuesto por la noche. Y, con este ejercicio que llevo realizando mucho tiempo, me he dado cuenta que mi “radar” de agradecimiento está más activo en situaciones gratificantes, mientras están sucediendo.

Te invito a que realices esta actividad, aunque si quieres también puedes llevar un diario de agradecimiento, de forma que con la periodicidad que estimes, 2 o 3 veces por semana, escribas en un cuaderno o en una libreta estas situaciones para agradecer, de forma que cuando las leas con posterioridad te ayuden a reconectar con esa situación.

Otra forma de practicar la gratitud es hacerlo a través de una situación inversa. Es decir, quizá hay algo que no te gusta y es posible que tengas motivos para ello, pero hasta que se pueda modificar, intenta buscar lo positivo. Por ejemplo, imagínate que no te gusta tu trabajo y te levantas todos los días angustiado o amargado por tener que ir a ese centro de trabajo. Hasta que puedas cambiar ese trabajo, piensa que en la situación actual, eres un afortunado/a por tener un sueldo al final de mes y que con ese dinero consigues realizar actividades que sí disfrutas. Seguramente en algún momento habrás aprendido algo en ese puesto, habrás conocido personas o compañeros que te habrán aportado valores positivos o incluso algunas de esas personas forman ahora parte de tu entorno personal. Trata de realizar este ejercicio por escrito para que cuando lo termines puedas comprobar aquellas partes positivas que esa actividad te aporta. Será una forma de sobrellevarla hasta que puedas cambiarla.

En muchas ocasiones nos centramos tanto en algo que deseamos y no tenemos, que nos olvidamos de lo que si tenemos y que quizá otras personas deseen de la misma forma. Vivir sin conciencia nos impide ver la experiencia completa, sesgando la realidad. Sin embargo, la práctica de la gratitud permite romper con el piloto automático, reconociendo aquello que hay en nuestras vidas que son positivas, que son bonitas, con las que disfrutamos e incluso sacar la parte positiva a alguna circunstancia desagradable.

La práctica de Mindfulness o conciencia plena permite el desarrollo de esta cualidad de forma que se incrementa la capacidad de estar presente, atendiendo a todo lo que tenemos en este momento sin enfocarnos en lo que no tenemos.

Además la práctica de agradecer se retroalimenta por lo que cuanto más agradeces, más situaciones a agradecer vas a detectar y más alimentas tu atención plena.

 

Si quieres compartir conmigo tus prácticas de agradecimiento, estaré encantada de leerte.

Vive con consciencia. Vive con Bienestar.

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