Cuando era pequeña jugaba con otras niñas en el parque de arena que estaba cerca de mi casa a hacer arena fina mientras estábamos tiradas en el suelo.
Estoy segura de que muchas de las personas que me lean saben de lo que hablo, y habrá otras que no lo hayan escuchado antes. Se trataba de coger un montón de arena, y desde el centro, con sendas manos, quitar la arena más gorda y alisando con las palmas y poco a poco la base, quedaba finalmente una arena muy finita, una especie de polvo de desierto. Con ello jugábamos y nos entreteníamos haciendo figuras o imaginando que era comida y jugábamos a las cocinitas.
Desde luego en la época de la infancia, ya sea haciendo arena fina, jugando a las chapas, a la peonza o con los juegos actuales más relacionados con videojuegos, es una forma de practicar mindfulness porque se lleva la atención plena a ese juego.
El otro día leí unos ejercicios con niños para enseñarles mindfulness a través de juegos y en uno de ellos se utilizaba la arena. Tuve entonces un recuerdo de mi infancia y quise dedicarle un blog. De repente me di cuenta de la metáfora de la meditación con la arena.
Nuestro afán era quitar las piedrecitas más pequeñas y aquello que no nos servía de nada pero que, no nos dejaba llegar al fondo para poder tocar y acariciar esa arena fina, que era nuestro objetivo. Cuando meditas, de forma recurrente, con el tiempo, logras ir quitando todos el ruido de pensamientos, interferencias del pasado y elucubraciones del futuro para quedarte con lo que hay. Y lo que hay es el momento presente. El aquí y el ahora es la arena fina y eso es lo que tenemos que tomar con nuestras manos para trabajar.
Ya sea siendo un niño o siendo un adulto, cualquiera de nosotros ha jugado con la arena en la playa, incluso sin buscar hacer nada en especial. Simplemente entretenernos llevando toda la atención a esa arena, al contacto de nuestras manos e incluso a su temperatura, estando pendiente de si llega una ola y nos destruye todo lo realizado. Cualquier atención a los sentidos ya nos ancla en el momento presente y el uso de las manos es mágico en ese sentido. Es un momento mindfulness total! De hecho, si te fijas, muchas veces disfruta más el adulto que el niño, construyendo un castillo de arena en la playa. Creo que sin saberlo, ha encontrado una actividad que le permite estar ahí, llevando toda su atención a esa construcción.
Es como cuando llevas un montón de capas puestas y entras en un sitio con la temperatura alta y te empiezas a quitar prendas, hasta quedarte con aquella que además de taparte, te permite estar bien con la temperatura exterior. Y que bien nos quedamos cuando lo hacemos!!!
Mindfulness no es dejar la mente en blanco, porque eso no es posible, es llevar la atención a lo que está sucediendo. Para ello se puede utilizar, por ejemplo, la respiración, que nos ancla al momento presente y que es algo que todo ser humano realiza 24 horas. Por tanto, hay una buena noticia y es que en cualquier momento y lugar, se puede practicar Mindfulness!!! Igual que cuando tocamos la arena de la playa y toda nuestra atención está ahí, podemos utilizar la respiración para poder llevar la atención a la inhalación y la exhalación dejando los pensamientos en un segundo campo de conciencia.
La mente está hecha para pensar así que seguramente continuará tratando de captar nuestra atención con pensamientos, así que nosotros continuaremos llevando la atención a la respiración y así poco a poco entrenaremos la atención plena.
Has tratado de educar a un cachorro en casa? Por ejemplo enseñándole a que no se suba al sofá? Seguramente al principio se subirá pero con el paso del tiempo, con mucha paciencia terminará sabiendo que su sitio no es el sofá y terminará aprendiendo dónde puede tumbarse. Si tenemos esa paciencia con nuestra mascota… no la podemos tener con nosotr@s mism@s?
Lo más difícil va a ser quitar las piedras más grande del principio, las resistencias conscientes e inconscientes, pero después poco a poco cuando empiezas a tocar esa arena fina, habrás alcanzado ese espacio interior que tod@s tenemos. Ahí encontramos paz y tranquilidad, desde ahí podemos regular nuestras emociones, desde ahí podemos plantearnos preguntas y responder desde nuestra propia esencia.
Estoy segura que la persona que hizo la figura de arena en la playa, estuvo con atención plena mientras la creaba. El arte en todas sus dimensiones permite entrenar la atención y al mismo tiempo la meditación fomenta la creatividad. Está tremendamente interrelacionado.
Te invito a que lo intentes, a que te generes tus espacios para comenzar a practicar, a conectar con tu espacio. Si quieres comprometerte con otras personas puedes apuntarte a mis grupos de meditación con otras personas. La energía de grupo que se crea traspasa la pantalla.
Vive con consciencia. Vive con Bienestar.
Si te ha parecido interesante o quieres comentar algo, te leo.